No todas las mujeres actuales están preocupadas por el calendario de fertilidad. En el caso de la sociedad China es el gobierno el que, en vistas del importante crecimiento demográfico que experimenta, ha intentado intervenir en las decisiones de las mujeres y parejas, con el ánimo de detener la expansión poblacional.
Desde finales de la década del 50 el estado Chino viene intentado regular infructuosamente el calendario de fertilidad, frenando así la decisión de tener hijos. Como las medidas legales no pueden influir en los procesos naturales tales como el control de la natalidad, las mujeres chinas se exponen a numerosos riesgos cuando intentan desafiar las leyes o atender su calendario de fertilidad para satisfacer su decisión de tener hijos.
También el hecho de que existan estas medidas de control implica que las mujeres no tengan el debido acceso informativo a las condiciones saludables para atender su cuerpo, la sexualidad y la planificación, por lo que muchas de ellas desconocen hasta que sus cuerpo están sujetos a un calendario de fertilidad que pueden regularlo. Esta situación se da en poblaciones rurales especialmente, a donde además de infringir la ley se observan un gran número de embarazos no planeados.
Estas medidas se han reforzado año a año y han cobrado más fuerza desde la década de los 70. Eventualmente, la población se rebela tratando de expresar su disconformidad, aunque los hechos dan cuenta de que muchas veces este intento de regular el calendario de fertilidad y los procesos naturales queda en intenciones vanas.